martes, 23 de julio de 2013

Ella

Bailar con su sonrisa, y dormir sobre sus pechos. En la terraza explicarle cuentos. Hacer sus noches largas, y sus días eternos. Correr por la playa, y acabar en el agua. Pintar nuestra casa, y mancharle la cara. El desayuno en la cama, y cenar a dos velas de distancia. Un susurro, y el despertar cualquier mañana. Llevarle rosas, pasteles, bombones y al paraíso. Una fiesta en casa, y que se crucen nuestras miradas. Acariciar su pelo, y también su alma. Cuatro besos, y cinco, seis, siete... Escuchar su voz sin escuchar lo que dice embobado en la melodía que sale de su garganta. El viento despeinando su melena con un vaivén majestuoso. Sus ojos clavados en el infinito, esperando a que no pase nada. El perfil de su cuerpo iluminado por un hilo de luz colándose por la ventana. Una bonita casualidad de la vida. Un deseo continuo de gritarle al cielo que es una vida de ensueño. 

La pienso y luego existo. Sin ella, no soy nada.